LO QUE SE DICE DE PEÑA, DE TRUMP Y DE LÓPEZ OBRADOR

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Washington, D.C.—No dudo que Donald Trump y su cofradía estén convencidos que si Andrés Manuel López Obrador gana la presidencia, tendrán al fantasma personificado de Hugo Chávez en la frontera sur. Seguramente es lo que están escuchando de los servicios de inteligencia y de Luis Videgaray quien, hasta lo que se sabe, es el único interlocutor mexicano en temas políticos de la Casa Blanca. Durante casi dos décadas, enemigos del puntero en las encuestas lo han comparado con el finado caudillo venezolano, pero esa propaganda de miedo se ha reducido a un gastado cliché.
En este tercer intento por ganar la presidencia, el debate gira en torno a si las políticas de López Obrador emulan el populismo anti yanqui de Chávez o el pragmatismo de izquierda del ex presidente brasileño Lula de Silva. La disyuntiva cobró resonancia cuando el Nobel de Economía Paul Krugman dijo en México que veía a López Obrador más parecido a Lula—quien al inicio fue retratado como un radical, pero al final fue “un buen gobernante”–que a Chávez. Krugman no dudó que si gana, desde la prensa y política estadounidense, y sin importar “si es muy razonable”, AMLO será proyectado como la encarnación del diablo, es decir, Chávez.
Consulté a reconocidos especialistas y observadores de México para tomar el pulso de este lado de la frontera. Shannon O’Neil, analista del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York, me dijo que leyó los discursos de AMLO de 2006, 2012 y de ahora, “y no noté gran cambio” en comparación a cómo evolucionó el enfoque de Lula entre 1994, 1998 y 2002, las veces que contendió por la presidencia de Brasil. “Lo que veo es a alguien (AMLO) con una mentalidad fija del Siglo 20 en tiempos en que México se adentra al Siglo 21”, opinó O’Neil.
Para Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, la comparación con Chávez es una sobre simplificación nada útil. Entre las diferencias que marcó Shifter está el hecho de que Chávez fue electo con un respaldo abrumador y AMLO, de ganar, lo hará probablemente con mayoría simple. Con todo, reconoció que la gestión de AMLO como jefe de gobierno de la Ciudad de México, “sugiere que es más pragmático que lo que uno supondría”. Más preocupante que su ideología, apuntó el latinoamericanista, es si tiene la “aptitud y capacidad” para gobernar a una sociedad compleja que ha desafiado hasta a los presidentes más calificados y preparados. Shifter señaló que la reciente declaración de AMLO sugiriendo amnistía para los narcos, “dista mucho de tranquilizar, tanto en el aspecto político como de sus políticas públicas”.
Craig Deare, catedrático de la Universidad de la Defensa Nacional y ex asesor para América Latina en el Consejo Nacional de Seguridad de Trump, me dijo que su preocupación inicial sobre una posible victoria de AMLO ha evolucionado en el escepticismo de ver qué hace en lugar de qué dice. Consideró que si AMLO pone en práctica políticas que generen crecimiento y consoliden a la clase media, al tiempo que fortalezcan los mecanismos de apoyo a los pobres, el efecto neto será positivo. “Esperemos que vea los efectos netos desastrosos de los experimentos cubano y venezolano, y opte por un modelo regional más exitoso.” Aun cuando AMLO encabezara una administración “anti sistema”, opinó Deare, no necesariamente sería “peligroso” para México. “Un sexenio perdido sería un desperdicio y un retroceso de varios años, pero los mexicanos tienen suficiente capacidad de recuperación para capear la eventual tormenta”.
Christopher Wilson, vicepresidente del Instituto México del Wilson Center, opina que tratar de ver a AMLO como réplica de Lula o Chávez “limita, en lugar de ayudar, nuestra posibilidades de evaluar su eventual impacto sobre México”. Wilson describió al aspirante de Morena como una “fascinante mezcla de populismo y pragmatismo”, que ciertamente hace campaña como populista, pero gobernó la capital mexicana “más como pragmático”. No hay duda, señaló, que está tiene ambas características. En caso de ganar, previó Wilson, sus políticas dependerán en gran medida en los factores externos e internos que lo impulsen hacia uno u otro lado. A su vez, el ex embajador estadounidense en México Tony Wayne, me dijo que cree que AMLO sería más como Lula
Las reflexiones no alarmistas de los entrevistados contrastan con la insistencia de los adversarios de AMLO de retratarlo como un “peligro para México”. El verdadero peligro para México no está en si el ganador de las elecciones emula a Chávez, sino a Enrique Peña Nieto, no está en si adopta éste o aquel modelo latinoamericano sino la continuidad del peñismo.
El verdadero peligro para México no es la retórica contra la mafia del poder de AMLO, ni siquiera sus deshilvanadas ideas económicas, su promesa de revertir la reforma petrolera, sus propuestas de cambios radicales en la conducción del gobierno o su polémica amnistía para los narcos. El verdadero peligro para México reside en que el sucesor de Peña, sea quien fuera, no combata la corrupción y la impunidad, perpetúe el abuso del poder, celebre el enriquecimiento ilícito y el tráfico de influencias, gobierne con opacidad, doble lenguaje y afán revanchista, prolongue la ausencia del Estado de derecho y la politización de la justicia, avale la militarización, ignore la violación de los derechos humanos y los feminicidos, condone la desigualdad salarial, la concentración de la riqueza y la injusticia social, desoiga el racismo contra los indígenas y la explotación de los recursos naturales, y un largo etcétera. El verdadero peligro es si el que venga no revierte haber “volvido” a México referencia de corrupción y es más de lo mismo. Ese es el verdadero peligro.




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