POR JUAN PABLO HERNANDEZ
¿Qué fue lo que le sucedió a Raymundo King de la Rosa y por qué tantos sectores de la población militantes y simpatizantes de partidos políticos piden su cabeza como presidente del tricolor?
La respuesta es más sencilla que compleja pero la soberbia y la arrogancia que penetro a Raymundo no lo dejan ver más allá de sus narices.
No es necesario ser un mago o un clarividente para notar que el poder mareo a este que una vez fue un sencillo servidor público y eso hablo de hace más de diez años cuando no sabía ni conocía lo que era San Lázaro en el Congreso de la Unión.
Hoy Raymundo, -quien por cierto ha sido denunciado por una empresaria propietaria de un lavadero de coches de deberle 41 mil pesos-, ha perdido el piso, se siente tocado por DIOS, es soberbio y cree todo lo tiene a sus pies.
Los tiempos han cambiado y no lo ve claramente pues está ciego de poder.
El PRI ya no es aquel partido aplanadora donde ganaban todo carro completo y más. Hoy el PRI está en franca decadencia y lo peor es que no se da cuenta que su actitud en nada ayuda a un partido moribundo.
¿Debe renunciar? Eso solo él lo decidirá pero lo que sí es claro es que perdió la palabra no ha sabido cumplir y eso ha generado indignación de muchos sectores del propio partido.
Así como le ha hecho a Sonia Labastida empresaria en Chetumal, así le ha hecho a muchísima gente, les promete y no les cumple. Si quiere corroborar sencillamente dese una vuelta por el Congreso donde además que nunca se queda a su curul, menos aun dan respuestas positivas a quienes van a gestionar
Los días se le acaban a Raymundo en las mieles del poder. Él lo sabe pero se empecina en agarrarse a las filas del partido y al mismo tiempo a la diputación local.
King de la Rosa no puede con los dos paquetes pero es tan grande su ambición y la soberbia que permanece aun y con las críticas en su contra.
Eso es estar mareado del poder.
