Por Jose Atila Hernandez Ruiz
Ahorita hay un debate entre si el Ejercito debe seguir combatiendo a los narcotraficantes en las calles del país o volver a sus cuarteles del que fue sacado hace diez años.
Y todo esto ocurre porque cansado de una lucha en la que el ejército no ha podido con el paquete que le endilgo el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, el pasado 8 de diciembre el Secretario de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos Zepeda, declaro que no es el papel de los soldados estar combatiendo delincuentes y que ellos quieren volver a sus cuarteles.
El General Cienfuegos expreso que ellos se vieron obligados a salir a las calles a combatir a los narcotraficantes porque ni los legisladores ni el gobierno están haciendo su trabajo.
Muchos le han dado la razón al General Cienfuegos del que en tono de guasa o broma le dicen que “se le apagaron los cien fuegos”, pero la realidad es que nadie va a acabar con la delincuencia si el cambio no viene de cada uno de los individuos.
Esto se oirá quizá como romántico o soñador pero es la triste realidad. Si el individuo no cambia, jamás las masas cambiaran.
Claro que el gobierno tendría el poder para hacer mucho porque conoce perfectamente quienes son las mafias que operan en el país pero si no quiere hacerlo no lo hará, como hasta ahora no lo ha hecho.
Para un cambio en el estado de cosas que se vive, el cambio tiene que partir de todos y cada uno de nosotros. Desde el mismo presidente de la República hasta el mas común de los seres humanos.
Se ha comprobado que los delincuentes se han hecho como resultado de la educación o abandono que les dieron sus padres. Así que si los padres no damos un buen ejemplo a nuestros hijos, no esperemos que estos salgan hijos ejemplares,
El problema es que queremos que los demás cambien y nosotros no cambiamos. Queremos que el trabajo que nos corresponde a cada uno de nosotros lo hagan otros.
Entonces la solución al problema no serán ni el Ejército, ni las policías, ni el gobierno, si estos y nosotros no somos honestos y hacemos las cosas bien. Tal vez hasta algún día se llegue a implantar la pena de muerte en México pero ni eso solucionara el problema. Ni en México ni en ninguna parte del mundo.
